El buscador

Las camas son camas, da igual el lugar, dentro de uno es donde mejor se descansa. Necesito viajar, conectarme con la tierra, conocer gente nueva en otra ciudad y sentir que mi alma está plena. Yo no puedo estarme quieto, ver la vida pasar, hay algo que me empuja y me desconcierta. Llámalo fe, salir a buscar el sentido de mi existencia. Al echarte de menos, al sentir desapego, se fortalece mi presencia. Estar tranquilo da felicidad, y yo tengo tranquila mi conciencia. Lejos, cerca, todo es nuevo para mi, qué importa la edad, qué importa nadar a contracorriente, no pretendo encontrar respuestas, sino experiencias que me reconforten. Sentirme vulgar en un mundo tan grande, no ser ni peor, ni mejor que nadie. Salir a correr, ponerse a bailar, hablar con alguien en la calle. Una niña que me mira, desde su asiento del autobús y me sonríe con sus ojos. Yo la sonrío también, aquí estamos los dos, cada uno con su historia, en este presente glorioso. Mientras la luz del sol caliente mi regazo y el viento me suspire en el oído, yo seguiré sin mirar hacia atrás, con confianza y atino. Puedo equivocarme, pero no me arrepiento, repito que tengo mi conciencia tranquila, me fío de mi instinto, imito a los pájaros volar en el cielo, vuelo libre, vuelo alto, vuelo, vuelo, vuelo. Y volaré de vuelta hasta mi nido, a descansar junto a quien me quiere y me sabe esperar y no me impide que vuele. Y volaré hasta mi cama, para descansar del viaje, pero ahora todavía voy cargando mi equipaje. Te he comprado un collar de sodalita, te he escrito una poesía, es mi forma de amar, mi canto a la vida. Es mi devenir, es mi sino, agradezco cada mañana que sigas conmigo y me siento afortunado, aunque no tenga mucho, lo justo para seguir caminando, estas palabras las escribo para mí, por si llego a viejo, y al leerlas pueda recordar lo que viví, y me animen a seguir viviendo.