1/6/2019 0 Comments Luces de la ciudadNUEVA YORK. 2010 Estudié cine gracias a una profesora que tuve en Segundo de Bachillerato. Yo quería ser arquitecto, como mi tío Carlos, al que admiraba desde pequeño y que murió cuando yo tenía diez años. Fue un golpe muy duro, mi primer acercamiento a la muerte, y mi homenaje para él, consistiría en seguir sus pasos. Pero las matemáticas no son lo mío, y después de suspender todos los exámenes en primero de bachillerato, me di cuenta, aunque tarde, de que eso no era lo mío. En una asignatura que se llamaba Ciencias de la Tecnología y de la Sociedad, la profesora nos puso Tiempos Modernos, de Charles Chaplin, y algo en mi cabeza y mi corazón hizo clic. Descubrir esa forma tan increíble de contar historias, pero sobre todo, de transmitir emociones, me enamoró, yo quería hacer algo parecido, siempre me habían gustado las películas y contar historias, era algo que lo llevaba dentro, pero no me había dado cuenta hasta conocer a este genio. Devoré su filmografía y cada película me gustaba más que la anterior, hasta que vi Luces de la ciudad, y pasó a convertirse en mi película favorita de aquel entonces, y una de mis favoritas de todas las que he visto hasta el día de hoy (después descubrí a Fellini).
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