1/26/2021 0 Comments La poesíaEl tiempo pasa despacio, mientras, fuera llueve.
En el silencio de la tarde leo un libro de Yupanqui, de su visita a Japón. En una de sus páginas rescata unos versos de un poeta japonés que yo rescato y escribo aquí: Cuántos montes tendré que atravesar, cuántos ríos, cuántos lagos, para llegar, al fin, a una región, donde no tenga cabida la tristeza... (Último poema de Bokusui) Conmovido, después de leer que lo encontraron muerto en su cabaña a los pocos días y a los cuarenta y cuatro años de edad, detengo la lectura. Algo dentro de mí se ha removido. Algo dentro de mí ha notado algo. Quizás sea la acumulación de los días. Quizás sea la esencia del arte que viaja de un poema japonés, a un libro de un músico argentino y a los ojos de una persona que lo lee en un momento determinado en el que se dan las condiciones precisas para emocionarse. Quizás sea solo la alteración producida por la alergia. Quizás sea lo que nos hace humanos y conecta almas pasadas y presentes, de lejanos lugares pero sentimientos cercanos. Y pienso, ¿seré yo capaz de conmover a alguien tan solo con las palabras? ¿Seré capaz de expresar y transmitir tan hondos sentimientos que me recorren las venas? ¿Será una quimera? Igual debería dejar de escribir. Igual debería simplemente leer. Pero no soy capaz, porque aunque no alcanzara nunca tan ambicioso e innecesario deseo, el simple hecho de escribir apacigua mi alma y, la poesía, aunque no sea leída, aporta todos sus beneficios.
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Nota del autorSiempre me ha costado comunicarme emocionalmente. Gracias a la poesía he podido expresar a lo largo de los años muchas cosas que llevo dentro y me cuesta sacar. La poesía es mi desahogo, es mi grito, es mi llanto, es mi evasión. Archives
February 2022
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